Como la gran mayoría de las grandes metrópolis
mesoamericanas, Monte Albán fue una ciudad con una población pluriétnica. A lo largo de su historia, la ciudad mantuvo vínculos muy fuertes con otros pueblos de gran importancia en Mesoamérica, en especial con los
teotihuacanos durante el Clásico Temprano. La ciudad fue abandonada por la élite y buena parte de su población al final de la Fase Xoo. Sin embargo, el recinto ceremonial que constituye el conjunto de la
Zona Arqueológica de Monte Albán fue reutilizado por los
mixtecos durante el
Período Posclásico. Para esta época, el poder político del pueblo zapoteco se encontraba dividido entre varias ciudades-Estado, como
Zaachila,
Yagul,
Lambityeco y
Tehuantepec.
Aunque es probable que su existencia fuera conocida durante la
época colonial, Monte Albán no es mencionada en las crónicas de la conquista o en los siglos posteriores, hasta principios del
siglo XIX. Durante la primera mitad del
siglo XX, el mexicano
Alfonso Caso llevó a cabo una serie de excavaciones que lo llevaron a encontrar la
Tumba 7, donde reposaba el mayor depósito de obras de
orfebrería mesoamericana de oro que se haya descubierto hasta la fecha.